Hace siete años un colaborador consiguió ropa de abrigo mediante una gestión en un depósito aduanero de Valladolid. Las prendas fueron entregadas a los Jesuitas, quienes lo remitieron a Chile.
Durante estos años hemos seguido entregando productos diversos para los envíos de la comunidad Jesuita. La familia Barrio-Baños nos apuntó que quiéne estaba en Chile era una monja del Burgo Ranero (León) cuyo apellido «de Prado» hacía posible que tuviera lazos familiares con mi mujer, pues su padre descendía de dicha localidad, circunstancia que quedó confirmada cuando hablamos con Sor Irene.
Después de varios años de colaboración, le traslado a la coordinadora (Eloina) de los envíos que me gustaría estar un tiempo como voluntario en una comunidades a las que se presta ayuda. Eloina consideró que la Congregación de las Hermanas del Buen Samaritano en Molina (Chile) sería un destino adecuado para una primera colaboración fuera de España como cooperante.
El 12 de septiembre embarque para Chile y después de múltiples incidencias: retrasos, fallecimiento de un pasajero, problemas con inmigración en Santiago llegué a mi destino tras 24 horas de viaje, incluyendo el autobús que me trasladó hasta Molina.
Allí se me acogió con gran afecto y cariño y pude conocer personalmente a la Madre Irene, fundadora de esta comunidad, que cuenta con un carisma y un reconocimiento impresionante.
La labor que desarrollan es admirable, una casa hospital en la que atienden a más de 300 personas de cualquier condición; el gobierno tiene compromiso únicamente con 48 hospitalizados, el resto se cubre con donaciones.
En esta página: http://www.congregacionhermanasdelbuensamaritano.cl se puede ampliar información sobre dicha congregación.